LEER LA SIGUIENTE LECTURA, EL TRABAJO SE REALIZARA EN CLASE.
LILI,
LA LEOPARDO
(John McConnel)
Lili, la
leopardo, pensaba que algo serio pasaba con ella. Sus manchas no eran negras
como las de todos los demás leopardos que ella conocía, sino rosadas. Eso no
sería tan terrible si
los otros leopardos la aceptaban. Pero los demás
leopardos no la aceptaban. Hasta su propia familia la excluía. Una vez, su mamá
gritó al ver a su hija cubierta de manchas rosadas. Y su papá y sus dos
hermanos tenían mala fama por tener a un leopardo con una apariencia tan
extraña en la familia. Los otros leopardos del barrio la ignoraban, se reían de
ella y a veces la empujaban, sólo porque sus manchas tenían un color diferente.
A veces
ella tenía miedo y se sentía triste, y otras estaba muy enojada. Por eso,
decidió estar sola la mayor parte del tiempo. Pasaba los días estirada debajo
de un arbusto, mirando cómo jugueteaban los otros leopardos. Hasta cuando la
llamaban para salir a jugar, ella recordaba sus insultos del pasado y gruñía
como respuesta a la invitación. ¡No era culpa suya tener manchas rosadas! Ella
era diferente y no lo podía evitar. Muchas veces se preguntaba por qué los
otros leopardos no la entendían. Hubiera hecho cualquier cosa con tal de
sacarse las manchas rosas. Lili intentó lavarlas y refregarlas. Intentó
aclararlas. Una vez, hasta las pintó de negro, pero el rosado pronto relució
entre la pintura. Nada funcionaba. Al cabo de un rato, se dio cuenta que estaba
atrapada en las machas rosadas.
¿Qué más podía hacer?
Un día,
después de que cuatro cachorros de leopardo la molestaran, decidió escaparse de
su casa. Ya había tenido suficiente. Corrió hacia la selva tan rápido como
pudo. Corrió durante horas, sólo se paró de vez en cuando para descansar y para
limpiarse las lágrimas de los ojos. Hasta que se quedó dormida.
La despertó
una suave tacto de una lengua en su nariz. Cuando alzó la vista, vio el
espectáculo más asombroso. Lili estaba tan sorprendida por lo que veía que
parpadeó dos veces para asegurarse de que no estaba soñando. Muchas veces había
soñado con otros leopardos que tenían manchas de otro color, pero nunca imaginó
que, realmente, hubiera leopardos así. El gran leopardo con brillantes manchas
verdes le dijo que su nombre era Lenny y le preguntó qué estaba haciendo tan
lejos de su casa. Cuando él hablaba le daba la sensación de confianza y
felicidad. Sus ojos estaban llenos de bondad y por eso Lili se sentía segura y
pronto se encontró contándole su historia. En silencio, Lenny escuchó su
historia. Cuando terminó de contarla, le dio un abrazo y la ayudó a secarse las
lágrimas. Entonces sonrió y le dijo: “Lo que necesitas es un poco de Amor
propio”
“¿Sí”,
contestó Lili. “¿Qué es eso”
“Amor
propio significa quererse a sí mismo, aunque otros no lo hagan”, dijo Lenny.
“Significa apreciar todas las cosas especiales de uno mismo”.
“¡No hay
nada especial en mí, excepto estas manchas rosadas y las odio!”, gritó Lili.
“Soy muy rara y fea. ¡Desearía no haber nacido!”
“No seas
tonta”, dijo Lenny. “Tú eres muy especial. No hay nadie como tú en el mundo
entero, y veo que tienes cualidades muy buenas.” Lenny se detuvo un momento. Parecía estar
pensando. “Tengo una idea”, dijo: “Hagamos una lista con todas las cosas que te
gustan de ti”.
“Muy bien”,
dijo Lili, alegrándose un poco. Se quedó quieta, pensando durante un momento y
entonces dijo: “Bien, soy amable y bondadosa, e intento ser simpática. Ayudo a
mi madre y a mi padre y soy muy cariñosa...”
Lili se detuvo un momento, su voz se iba apagando. Lenny inclinó la
cabeza con entusiasmo para animarla. Lili se sintió segura de nuevo y continuó.
“Tengo unos bonitos ojos dorados, y corro muy rápido. Soy valiente y fuerte y
...”
Entonces
Lucy, una leopardo, apareció con Laura, otra leopardo. Lucy estaba cubierta de
manchas azules y Laura de manchas moradas. En cuanto vieron a Lili, estuvieron
encantadas. Sonrieron y saltaron al aire. ¡”Qué leopardo tan bonito, y qué
abrigo tan lindo tienes!”
“Gracias”,
respondió Lili sonriendo, cuando recordó que había mucho más en ella que tenían
que conocer. De pronto, se sintió mucho mejor.
“Está bien
ser diferente”, pensó. “¡De hecho, creo que mis manchas son algo bonitas! Si a
los otros leopardos no le gusto por mis manchas rosadas, es porque no me
conocen mejor. Estoy bien. Estoy contenta y soy única”.
Lili pasó
unas horas más jugando con sus nuevos amigos radiantes y coloreados. Pero
cuando el sol empezó a ponerse, comenzó a pensar en su familia. Podrían estar
preocupados por ella, pensó. Lili dijo adiós con la mano a Lenny, a Lucy y a
Laura. Les prometió que pronto los visitaría de nuevo y se marchó. Cuando
caminaba hacia su casa, vio la puesta del sol. Por primera vez, se dio cuenta
que había muchos colores brillantes en el cielo. El cielo era rosa, azul,
verde, morado y naranja. “¡Qué bonito!”, pensó. “Me pregunto por qué nunca me
había dado cuenta de estos colores.”
Cuando,
finalmente, llegó a casa, su mamá, su papá y sus dos hermanos corrieron a
recibirla. Cuando se acercaron a Lili, se dieron cuenta que había algo
diferente en ella. Parecía relucir y brillar. Mantenía la cabeza alta como si
trotara hacia delante y les sonrió cálidamente.
“En verdad, es muy bonita”, pensaron. Y se preguntaron por qué no se
habían dado cuenta antes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario